MACROECONOMÍA
Semana geoeconómica

Desde el peligro que puede provocar Trump a la posición de EEUU como superpotencia científica al lanzamiento de China de un Starlink para el mundo

Análisis de las tendencias mundiales que, tarde o temprano, afectarán a su bolsillo.

Desde el peligro que puede provocar Trump a  la posición de EEUU como superpotencia científica al lanzamiento de China de un Starlink para el mundo
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La Universidad Johns Hopkins, en Baltimore y Washington, es la institución que destina más dinero a la investigación médica en EEUU. Ahora, el Gobierno de Donald Trump ha recortado las subvenciones a la investigación médica en ese centro en 800 millones de dólares (733 millones de euros) este año, que estaban en contratos con la agencia de ayuda al desarrollo del país (USAID, que ha sido prácticamente aniquilada por orden de Elon Musk). El golpe causará despidos en la Universidad, y tendrán un impacto considerable en Baltimore, una ciudad de 2,4 millones de personas, en la que "Hopkins" es el mayor empleador. Columbia ha perdido 400 millones por presuntos ataques antijudíos (nunca demostrados) en las protestas contra Israel por la guerra de Gaza en 2024. Harvard afronta recortes de 600 millones. Y así sucesivamente. Con esos ajustes, cabe pensar si el futuro de EEUU como superpotencia científica está en peligro.

Los 'trumpistas' de Silicon Valley, contra las grandes consultoras

El DOGE -el grupo con el que Elon Musk está destrozando la Administración Pública estadounidense- puede ser una pesadilla para las grandes consultoras de EEUU. La razón es que Musk y otros multimillonarios tecnológicos que han tomado el Gobierno de EEUU -Peter Thiel, Joe Lonsdale o Marc Andreessen- afirman que esas empresas tienen una relación parasítica con el Estado, al que cobran mucho por proyectos que hacen con una ineficiencia gloriosa. Eso impacta a Booz Allen Hamilton (que obtiene el 98% de sus 10.000 millones de ingresos de contratos con el Estado) y hasta a gigantes como Accenture o Deloitte (que reciben más de 3.500 millones al año de las arcas públicas). Los mal pensados ven, más que altruismo, un intento de sustituir a estas firmas por otras que, casualmente, son propiedad o han sido fundadas por millonarios 'trumpistas' de Silicon Valley, como OpenGov, creada por Thiel y Lonsdale y Palantir, por ambos y Andreesseen.

Los intereses nacionales chocan en la creación de una industria de defensa europea

Si Europa quiere ser capaz de defenderse, va a necesitar crear de la nada una industria de defensa. Entre las diez mayores empresas de defensa del mundo por venta de sistemas de armas (misiles, barcos, aviones, tanques, etcétera) solo hay una europea que, además, es extracomunitaria: la británica BAE. El problema se agudiza porque las dos potencias ecpnómicas de la UE (Francia y Alemania) tratan de beneficiarse de esto. La primera quiere que el rearme europeo se haga comprando armas fabricadas en el continente, lo que impediría a EEUU 'desconectarlas', como ocurre con los cazabombarderos F-35. Alemania dice que es mejor comprarlas a EEUU, y tener contento a Trump. En realidad, es una lucha por la supremacía industrial. Francia ya tiene, de lejos, la mayor industria de defensa de la UE, y quiere capturar ese mercado. Alemania tiene el mayor sector industrial, pero necesita años para transformarlo y hacer que las fábricas de coches hagan tanques.

China, a punto de lanzar un Starlink para el mundo en desarrollo

El monopolio de las comunicaciones con satélites a baja altura de la red Starlink, de SpaceX -propiedad, a su vez, de Elon Musk- se está acabando. A finales del año que viene el muy publicitado Project Kuiper, de Blue Origin (de Jeff Bezos, el tercer hombre más rico del mundo) empezará a ofrecer el mismo servicio. Y esta semana China, muy en su estilo, ha sorprendido al mundo al anunciar que, antes de Kuiper, el mundo tendrá SpaceSail (algo así como "Velero del Espacio", un nombre muy evocador, la verdad), el competidor de Starlink de Pekín. La noticia es problemática para Musk y EEUU, porque Starlink apenas ha logrado introducirse en mercados emergentes de Asia y África, en parte por el propio Musk, por sus vínculos al Pentágono y, también, por leyes proteccionistas que exigen la entrada de socios locales los proyectos. China, ya lo sabemos, no se detiene ante esas minucias, y hace lo que sea necesario para entrar en nuevos mercados.

¿Y si Trump pasa del MAGA al MGGA (Make Germany Great Again)?

Si hay algún país por el que Donald Trump tenga antipatía manifiesta no es México ni Canadá. Es Alemania. Ya desde 1989, cuando entró por primera vez en el ámbito de las relaciones internacionales con una entrevista a la publicación especializada Playboy en la que se presentó diciendo "llevo 48 horas sin dormir" (algo que probablemente no afectó a su retórica) y dijo que si llegaba a presidente le iba a meter "un impuesto a cada Mercedes que ruede por este país", mostrando de forma temprana su filia por los aranceles.

Sin embargo, el 'Trump trade' está beneficiando, y mucho a Alemania. El índice de las 40 grandes empresas de la Bolsa de Frankfurt, el DAX, ha subido un 17% en lo que va de año, mientras que su equivalente estadounidense, el S&P500, está plano desde el 1 de enero. Y todo gracias a que Alemania está haciendo lo que Trump quería: gastar más en defensa y fomentar la demanda interna, abandonando así su obsesión mercantilista. Trump hará Grande a Alemania Otra Vez.

Chile y Perú: depender de una exportación es malo... pero es mejor que nada

Noticia bomba: aumentar de 12 a 232 los permisos administrativos para la realización de una actividad económica tiende a paralizar esa actividad en cuestión. ¿Quién podría haberlo imaginado? Desde luego, no los sucesivos gobiernos peruanos de 2001 a 2020, que realizaron esa multiplicación regulatoria sobre la minería del cobre del país, según un análisis de S&P. El vecino de Perú, Chile, ha seguido una política similar, con un endurecimiento de los permisos medioambientales para la apertura de minas de cobre que ha hecho que el papeleo para abrir una explotación lleve tres años. Así es como Chile y Perú han roto su dependencia histórica del precio del cobre... y se han perdido el 'boom' de ese mineral en los últimos años. La República Democrática del Congo, que en la década de los sesenta vivió una salvaje guerra civil por el control del cobre de su provincia Katanga, es la mayor beneficiada de la neura regulatoria chileno-peruana.